La historia de Piedra Negra está íntimamente ligada a importantes hitos de la vitivinicultura argentina. A lo largo de estos 30 años de vida, la bodega logró sentar las bases de un estilo de producción respetuoso del medioambiente, basado en la creatividad y la innovación y en el que cada vino es un verdadero exponente del terroir.
Integrante de la quinta generación de una tradicional familia de bodegueros de Burdeos, François Lurton fundó Piedra Negra tras investigar distintos terroirs de nuestro país y elegir instalar su finca en Los Chacayes, un área hasta entonces inexplorada del Alto Valle de Uco mendocino. Nadie imaginó por entonces que, por la tipicidad de sus vinos, ese paraje desolado llegaría a obtener la indicación geográfica (IG) y se convertiría en una de las regiones vitivinícolas más prestigiosas del país.
Por su aporte a la Argentina, sus conocimientos, su visión y dedicación, y por ser precursor en Los Chacayes, François es hoy un referente indiscutido para nuestra industria vitivinícola. Bajo el lema “paciencia, trabajo y perseverancia”, hizo de Piedra Negra una de las bodegas más prestigiosas de nuestro país y creó una marca que hoy es sinónimo de vinos de altísima calidad.
Gracias a esa apuesta rotunda por la fuerza y la riqueza de la tierra, a 30 años de la llegada de François Lurton a tierras mendocinas, Piedra Negra es reconocida por elaborar vinos y bebidas espirituosas únicas buscando un sutil equilibrio entre la tradición y la innovación.
Actualmente, la bodega produce 1.2 millones de litros de vino al año, siempre potenciando la más auténtica expresión del terruño. Sus etiquetas, además, son celebradas y distinguidas frecuentemente por la crítica especializada a nivel local e internacional.
Ni bien terminó sus estudios y tras una breve experiencia en Champagne, François Lurton se hizo cargo de la distribución de los vinos de su padre, André Lurton. Ya por entonces el joven François daba cuenta de una dedicación y conocimiento sorprendentes: durante los 10 años que se dedicó a esta misión logró multiplicar por cinco la facturación de la empresa familiar.
Tras elaborar sus primeros vinos en las regiones de Entre Deux Mers y Pessac-Léognan junto a su padre André, en 1988 crea, en forma paralela y junto a su hermano Jacques, una empresa de consultoría que los llevó a recorrer el planeta para encontrar vinos y tierras excepcionales. Así, asesorando a productores alrededor del mundo, ambos se sumergieron en la exploración e investigación de distintas regiones: Chile, Uruguay, Australia, Portugal, España, Francia y, por supuesto, Argentina, así llegaron.
El primer viñedo que compró François Lurton fue en Argentina y luego en Chile; más tarde lo haría en España (Toro y Rueda) y en Francia (Gascuña, Languedoc-Roussillon).