Gastronomía

Casa Seis, el exclusivo vinos exclusivos y platos de autor

El mes de octubre trajo consigo la apertura de Casa Seis, un pequeño restaurante en el barrio porteño de Chacarita, que invita a degustar una exclusiva selección de vinos de distintas regiones de nuestro país en maridaje con una interesante propuesta de tapas y platos de autor. A cargo de la sommelier Florencia Turdera y el chef Julián Galende, la carta brinda una armónica fusión de sabores y texturas para el deleite del paladar.
Detrás de este proyecto, se encuentra Fidel Pérez Ochoa, un empresario gastronómico que materializó uno de sus sueños de toda la vida. El nombre que eligió hace referencia a su infancia, cuando vivía con su familia en un barrio típico de Colombia, en la manzana cinco, casa seis. Fidel siempre deseó tener una cava de vinos y se dio el lujo de hacerlo en este espacio, en donde la idea es que las etiquetas y la gastronomía tengan el mismo grado de protagonismo, que ninguna resalte por sobre la otra, sino que se acompañen a la perfección.
El diseño del local estuvo a cargo del arquitecto Marcos Popp, quien desplegó todo su ingenio para lograr detalles muy originales, como una esquina curva, baños unisex con puertas que no ocupan espacio y un lavamanos detrás de una columna. Sobre la vereda, hay mesitas azules de metal y, en la galería, una barra para dos personas junto a una instalación de arte con una botella de vino y una foto de un viñedo mendocino. Una gran puerta, hecha completamente de vidrio, les da la bienvenida a los comensales al minúsculo espacio interior, donde están dispuestas una serie de barras de microcemento de color azul petróleo. Las paredes están pintadas de gris y tienen estantes con vinos que van desde el piso hasta el techo, iluminados por luces led que acompañan el concepto y la intimidad e inspirados en las barras de tapas de Madrid. También cuenta con una mesa para seis personas, ideal para grupos de amigos o parejas que quieran compartir un momento. Al tratarse de un lugar muy pequeño, cada objeto está pensado para ocupar solo el volumen necesario, de modo que todo el mundo pueda estar cómodo y a gusto.
De la mano de la sommelier Turdera, la extensa carta de vinos presenta ejemplares de distintas latitudes de nuestro país, incluso uno de Chile, ubicados según sus características: con burbujas, blancos ligeros, blancos con cuerpo, naranjos, rosados, tintos ligeros, tintos con cuerpo medio, tintos con cuerpo y dulces tardíos. Algunas de las etiquetas disponibles son Pequeñas Fermentaciones (50 % roussanne y 50 % marsanne), de bodega El Porvenir; Piedra Parada (70 % merlot y 30 % pinot noir), de Patagonian Wines; Rosadia (50 % pinot noir, 25 % merlot y 25 % cabernet franc), de Mendel Wines; y el Delator de Sueños (bequignol noir), una cepa desconocida proveniente del sur de Francia y elaborada en Mendoza, de la bodega Delator de Sueños.
Por su parte, el chef Julián Galende propone platos de su autoría, elaborados con materias primas de pequeños productores, como yogur natural de coco, aceite de sésamo, frutos secos, verduras miniorgánicas y especias de todo tipo. La particularidad de estas preparaciones es que mezclan sabores y texturas novedosas, lo que hace que queden grabadas en la mente de cada comensal y siempre quieran repetir la experiencia. El menú es acotado, solo hay cinco “platitos” para compartir, dos principales y dos postres. De los primeros, se destacan las zanahorias confitadas con yogur de sésamo y furikake; la ricota quemada con hierbas, acompañada con un chutney de tomates, berenjena y garrapiñada de almendras; y el pan naam a la plancha, un pan redondo con cebolla de verdeo y miel especiada por encima. Como principal, se sugiere el asado de cocción larga, braseado durante cuatro horas y servido con una emulsión de salsa criolla y una ensalada de repollo colorado. Para el momento del postre, vale la pena probar el Casa Seis, inspirado en los desayunos que les hacía el padre a Fidel y sus hermanos cuando eran niños. Lleva un bizcocho de coco, mousse de café, espuma de leche con jengibre, salsa de chocolate y avellanas tostadas, que da la sensación de que se mojara el bizcocho en la leche.
La propuesta se complementa con cervezas, cócteles clásicos, mocktails (de cítricos, frutos rojos o de mango y lima), agua y gaseosas.
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