La vitivinicultura tiene cientos de aristas, las más conocidas es fácil identificarlas, pero detrás de cada copa de vino, de cada vaso con hielo y soda, o del espumante que descorchamos hay variables poco conocidas.
Muy pocos se preguntan por el proceso de elaboración del vino que se toman, menos aún por qué pasa, qué se hace con los que va quedando en ese camino mágico de la elaboración del vino.
Pero hay profesionales, técnicos qué piensan 24 horas del día en ese monumental descarte de la vitivinicultura y trabajan activamente en seguirle sacando provecho y hacer más sustentable la industria del vino.
Uno de ellos y el más gran de Mendoza es Derivados Vínicos SA (Dervinsa) que en su planta de Palmira (la ex Duperial) recicla por año 190.000 toneladas de residuos de la industria vitivinícola argentina provenientes de 650 bodegas de todo el país y transformando esos efluentes enológicos en productos de origen 100% natural como el Ácido Tartárico Natural, Ácido Metatartárico, Aceite de Pepita de Uva y Alcohol de Vino, entre otros.
La empresa, hoy de capitales japonés, franceses y chilenos, recibe anualmente unas 190 mil toneladas de orujo, borras solidas y liquidas, desechos tártaros de las bodegas, a partir de allí y por diversos métodos con tecnología de punta e importantes inversiones se van separando y reelaborando en cuatro producciones fundamentales:
Ácido tartárico natural, utilizado en productos farmacéuticos, alimenticios, elaboración de vinos y la construcción.
Alcohol vínico a partir de la destilación de orujos y borras utilizado para la elaboración de bebidas alcohólicos
Aceite de uva, que se obtiene a partir de la pepita (semilla) de la uva.
Compost orgánico con la colaboración del INTA de Luján destinado a la fertilización. La empresa posee cinco playas de compostajes y elabora más de 20.000 toneladas anuales. Cuenta con una máquina volteadora específica importada de Bélgica para remover, airear y humidificar las pilas de compost. Este año, incorporó tanto equipamiento de laboratorio específico como personal especializado para el seguimiento analítico de todo el proceso. Esto contribuye a llevar adelante la correcta degradación controlada del material crudo y así poder garantizar a través de un análisis final la calidad del producto a despachar.
Además de los procesos se obtienen en menor medida algunas bebidas alcohólicas como grappas y hasta yeso.
Otro de los fuertes de la empresa es su intensa actividad de protección del medio ambiente en el extenso predio que posee implantó un bosque de 98 hectáreas con 110.000 árboles que son regados con los efluentes líquidos resultantes de los procesos retratados para su utilidad
La especie que abunda en ese pulmón verde, el más grande del Este mendocino, es el Eucaliptus Camaldulensis. Allí hay ejemplares de más de dos décadas y otros que fueron recientemente replantados. Actualmente, Dervinsa se encuentra ejecutando un plan de ampliación y mejora del bosque que consiste en la replantación de árboles –desde 2016 se replantaron 27.000 eucaliptos-. Mientras que está analizando la posibilidad de duplicar la superficie de la plantación para llevarla a unas 170 hectáreas.
Estos árboles permiten transformar el CO2 en O2 a través de la fotosíntesis vital para el desarrollo de la vida. Hoy, ese bosque consume 1.200 toneladas anuales de CO2 generando oxígeno para un cuarto de la población de Palmira.
Asimismo, la actividad que se realiza en esa planta necesita energía y el hecho de haber sustituido un combustible fósil como el gas natural por biomasa llevó a reducir la emisión de CO2 en 7.000 toneladas por año. Esto equivale a no consumir 2.000.000 de litros de nafta, unos 1.200 autos circulando 20.000 kilómetros por año. Llamamos biomasa a parte de los desechos sólidos que genera el proceso productivo: orujo agotado y harina de pepita de uva. Estos son utilizados, en su mayoría, como combustible para producir vapor.
Dentro de las políticas de la empresa es también innovadora la relación do su personal y una visión importante del arte como articulador de las relaciones interpersonales en el ambiente de trabajo. Con el objetivo de que todos se sientan involucrados y comprometidos con el cuidado del medioambiente, durante tres meses un grupo de operarios se dedicó exclusivamente a realizar una gran escultura con materiales que reciclaron de la chacarita de la planta.
Así, guiados por el artista bonaerense Eduardo Basualdo, concretaron la obra que pesa cuatro toneladas y que denominaron el “animal imaginario” en cuyo lomo lleva un jardín que representa al bosque que posee Derivados Vínicos.
Este trabajo fue parte de lo que se denominó Proyecto 80 y que se concretó el año pasado cuando la empresa celebró sus 80 años de vida. La iniciativa incluyó una muestra de fotografía protagonizada por los empleados y que se denominó “Quién es quién”. Las imágenes fueron tomadas por el artista mendocino David Medina Kaiser.
Este año se comenzó a elaborar el Proyecto 81 con los artistas Eduardo Basualdo y Tomás Maglione, quienes dirigieron a los 130 colaboradores de Derivados Vínicos para crear una gran obra. La participación de todos quedará plasmada también en un video que mostrará la intervención de cada uno de los empleados.