Durante los últimos 10 años, la región viene sufriendo una disminución paulatina del caudal de sus ríos, fruto del calentamiento global y la reducción nívea. En el caso de Mendoza, según datos del Departamento General de Irrigación, se llegó a la peor situación hídrica de los últimos 33 años, con el 30% menos de agua que el promedio histórico.
Por eso la responsabilidad de las empresas es aún mayor. Hace casi una década que Olivícola Laur, la número 1 en el Ranking de las 100 mejores del mundo, ha estado implementando diversas acciones para eficientizar el proceso, recuperar el agua y evitar el vertido de agua.
“La industria del aceite de oliva es bastante ecológica, pero en Olivícola Laur cuidamos aún más el agua y lo hacemos porque entendemos que vivimos en un desierto y que todo el verde que vemos a nuestro alrededor es porque sabemos cuidarla. Y porque estamos convencidos que para ser los número 1 del mundo también tenemos que ser sustentables. No necesitamos ser depredadores de los recursos naturales, de la tierra y el agua, para ser los mejores ni para vender más”, explica Gabriel Guardia, gerente general de Olivícola Laur y enólogo especializado.
El primer punto fundamental que logró Laur fue el cambio en el sistema de extracción de aceite de oliva. “Como nosotros, muchas empresas en el país y en mundo reconvirtieron sus máquinas de tres fases a dos fases y esto es muy importante porque las de tres fases consumen de 1.200 a 1.500 litros de agua por hora de elaboración (para dimensionar la cantidad hay que multiplicar este número por 24 horas, por los 3 meses aproximadamente que dura la elaboración). En cambio, en las de dos fases se utiliza la misma agua que posee la aceituna en su interior, el mismo agua de vegetación, por lo que pasamos de aproximadamente 3 millones de litros a cero”, cuenta Guardia.
Después, comenzaron a reconvertir este agua para regar los olivos patrimoniales de la finca orgánica de Cruz de Piedra.
“En Laur también somos muy cuidadosos en cada punto del proceso de la planta de elaboración para que se eviten pérdidas: las mangueras poseen válvulas, las barricas de la Acetaia Millán se humidifican recuperando el agua para evitar el vertido, y en líneas generales hemos acondicionado prácticamente toda la Olivícola para la revitalización del recurso hídrico”, agrega Gabriel Guardia.