“Muchos se sorprenden al saber que se realizan catas de aceite de oliva, pero lo cierto es que este manjar puede disfrutarse perfectamente con los cinco sentidos”, inició explicando Luis Baldini, dueño de Fontalba, la empresa familiar productora de aceite de oliva extra virgen desde 2004, dando inicio a una cata apta no solo para expertos.
La cita fue en Victorina Coria, el conocido almacén y pulpería chacrence, donde periodistas, food bloggers e influencers del mundo del vino y de la gastronomía aprendieron de la mano de esta empresa mitad sanjuanina mitad mendocina cómo catar un buen aceite de oliva.
“Se trató de una una cata guiada donde se probaron tres varietales premiados. Un híbrido perfecto de cata profesional y cata entre amigos, divertida y distendida”, contó Adriana Huertas, también al frente de Fontalba. Y agregó: “Se destacaron los atributos de los aceites, se vieron las notas de cata de cada aceite y la experiencia gustó mucho, solo recibimos buenas críticas”.
Luis no solo guió la cata, sino que recordó la historia de la empresa y de los cortes. El evento contó con la presencia del ingeniero en alimentos Diego Calderón, quien también guió la cata aportando su expertise. Muchos se asombraron al ver que es habitual utilizar un vaso de color oscuro, típicamente azul, para la cata de este elixir, ya que así se evita que se aprecie claramente el color del aceite para catarlo sin prejuicios.
Luego de calentar la copa entre las manos hasta que alcance la temperatura ideal se tapa durante unos segundos para que se concentren los aromas. Luego, es el momento de aspirar profundamente para asombrarnos que no solo estaremos apareciendo olivas, sino también manzana y hierbas.
Y al fin llega el momento de probar el aceite. Baldini explicó a los presentes que para valorar su intensidad, lo mejor es distribuirlo por toda la cavidad bucal, y lograr que la recorra completamente. Las sensaciones gustativas más frecuentes son: dulce, amargo, picante, verde, frutales y frutos secos.
Pero la cata no fue solo para aprender, sino para disfrutar, por lo que llegó el momento de apreciar esta delicia maridada de una envidiable gastronomía, aunque el broche de oro lo aportó el postre.
“Los presentes son idóneos en el tema, así que hubo preguntas muy buenas. Lo más divertido e interesante de todo fue cuando a la hora del postre, un budín de pan que no llevaba aceite de oliva, alguien propuso: ‘Yo le voy a poner el bivarietal’. Así que todos lo pusimos y quedó espectacular”, agregó Adri Huertas.